martes, 30 de agosto de 2016

Apego

El Apego es una relación especial que el niño establece con un número reducido de personas. Es un lazo afectivo que se forma entre él mismo y cada una de estas personas, un lazo que le impulsa a buscar la proximidad y el contacto con ellas a lo largo del tiempo. Es, sin duda, un mecanismo innato por el que el niño busca seguridad. Las conductas de apego se hacen más relevantes en aquellas situaciones que el niño percibe como más amenazantes (enfermedades, caídas, separaciones, peleas con otros niños, etc.). El llorar es uno de los principales mecanismos por el que se produce la llamada o reclamo de la figura de apego. Más adelante, cuando el niño adquiere nuevas capacidades verbales y motoras, no necesita recurrir con tanta frecuencia al lloro. Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad asociados a su proximidad o contacto y su pérdida, real o imaginaria genera angustia.
Los vínculos de apego no sólo van establecerse con los padres o familiares directos sino que pueden producirse con otras personas próximas al niño (educadores, maestros, etc.). 
EL Apego no puede entenderse sin tener en cuenta su función adaptativa para el niño, la madre o progenitores y la especie.
1.      Desde el punto de vista objetivo: su sentido es favorecer la supervivencia manteniendo próximos y en contacto a las crías y a los progenitores o quienes hagan su función. Estos miembros de la especie humana se han ido adaptando, evitando todo tipo de peligros y asegurando las ayudas necesarias, por lo cual adquieren una doble pre programación: En las crías con tendencia a crear vínculos de apego y en los progenitores quién se encarga de criarlos. Éstos están al servicio de la supervivencia. Sin esta proximidad y contacto los niños no podrán sobrevivir y los grupos desaparecerán por falta de descendencia.
2.      Desde el punto de vista subjetivo: La función del apego es proporcionar seguridad emocional. El sujeto busca esa seguridad en las figuras del apego, en caso de ausencia o pérdida de figuras del apego es percibida como amenazante, especialmente en momentos inquietantes. Las figuras de apego actúan como protectores donde se explora el ambiente, se relacionan con otras personas, y superan el miedo.
    Además de cumplir las funciones básicas de supervivencia y seguridad emocional, el vínculo de apego tiene cuatro manifestaciones:
·         Ofrecer y regular la cantidad y calidad de estimulación que necesita un niño para su desarrollo. Las figuras de apego ofrecen la estimulación necesaria, variada, y contingente con las demandas del niño contextualizado dentro de experiencias y situaciones apropiadas, además controlan durante los primeros meses y buena parte los intercambios que el niño tiene con el entorno: seleccionan los ambientes y el tiempo que permanece en ellos, regulan y orientan la estimulación.
·         Las buenas relaciones de apego fomentan la salud física y psíquica. Sólo los niños que tienen vínculos afectivos estables y satisfactorios se sienten seguros, confiados y contentos, sin embargo los niños que no tienen o pierden las figuras del apego, se sienten inseguros y amenazados. Esto causa síntomas somáticos como el rechazo de la comida, los vómitos y una mayor vulnerabilidad.
·         Las figuras de apego influyen de manera decisiva en el desarrollo social. Es en las relaciones con las figuras del apego donde el niño aprende a comunicarse con los demás. La relación con las figuras de apego es privilegiada para favorecer experiencias de empatía, desarrollar el conocimiento social, disponer de modelos de observación y establecer identificaciones. Todos estos procesos son esenciales para la conducta pro social.
·         Las conductas de apego tienen un fin en sí mismas porque pueden convertirse en un juego placentero. Estos juegos tienen un valor para el aprendizaje de estas conductas y del desarrollo en general. Pero subjetivamente el niño y la figura del apego se divierten, juegan y obtienen un indudable placer. Esta interacción lúdica juega un imprescindible papel en la formación y desarrollo del juego.
·         El establecimiento del lazo afectivo se desarrolla en cuatro etapas:
1)                  Etapa de preapego (del nacimiento a 6 semanas): El niño comienza aplicando sus reflejos innatos. Llora, agarra, orienta la vista hacia los que le cuidan, responde positivamente a los acercamientos y caricias, reacciona y distingue la voz de la madre de la de otras personas por las claves emocionales que aparecen en esta, pero aun no muestra conductas de apego.
2)                  Etapa de formación del apego (6 semanas a 6-8 meses): El niño ya muestra con su conducta que distingue a la madre de otras personas. Sonríe y balbucea con más facilidad a la madre y se muestra más tranquilo y calmado cuando es la madre quien le tiene en brazos. Presta mayor atención a los movimientos y acciones de la madre, pero aun lo que más le cuesta es perder el contacto humano, no solo con la madre.
3)                  Etapa de apego (6-8 meses a 18 meses-2 años): Las reacciones de enfado y ansiedad ante la separación de la madre son ya una muestra clara de apego que el niño tiene con la madre. A partir de los 8 meses el niño empieza a tener preferencias por su madre y todas las acciones del niño están orientadas a conseguir una mayor presencia de la madre (gatear, manipular objetos, etc.)
4)                  Formación de relaciones recíprocas (18 meses – 2 años en adelante): A partir de aquí, el niño ya tiene la capacidad de representarse mentalmente a la madre cuando ésta no está, lo que unido con el comienzo del habla provocan un cambio de conducta en el niño. Baja la ansiedad de separación, porque ya comprende que no es una separación definitiva y porque la madre puede explicarle como y cuando va a regresar.
Existen diversos tipos de apego:
·         Apego seguro: el apego seguro se caracteriza porque los niños y niñas buscan el contacto y cariño de la madre y reducen el llanto cuando su madre está presente. La madre le reconforta y le da el cariño que el bebé necesita.
·         Apego evitante: estos niños y niñas no muestran ni ansiedad ni enfado ni tristeza cuando su madre no está presente, pero sí cuando están solos. El cariño y el confort se lo puede dar su madre como una persona extraña.
·         Apego resistente: antes de que la madre abandone la sala, las niñas y los niños buscan insistentemente su proximidad y cariño. Pero cuando regresan se muestran enfadados e incluso agresivos hacia su madre. La madre no les logra consolar.
·         Apego desorganizado o apego desorientado: refleja una gran inseguridad de los niños y niñas en su díada madre-bebé. Muestran conductas muy contradictorias cuando su madre abandona la sala y vuelve a ella.


Características de la madre que benefician un tipo de apego: 
Sensibilidad de la madre ante las señales del niño. Estado de alerta a las señales del niño, interpretación apropiada  de la respuesta y rapidez de la misma, flexibilidad de la atención y de la conducta, nivel apropiado de control y negociación de objetivos conflictivos. Una madre sensible capta las señales del niño respondiendo de forma apropiada. El hijo aprende así a confiar en ella.
Se involucran más con sus hijos, participa con él en sus juegos, le proporciona aquellos adecuados para su edad. Se implica constructivamente en el juego libre con el niño y se enfrenta por ejemplo a la ordenación posterior de los juguetes de una forma positiva, tono afectuoso de la voz, pocas expresiones verbales de control.

WEBGRAFIA


sábado, 20 de agosto de 2016

Dinamica familiar

Hoy hemos preparado una presentación en  Prezi, en la que brindaremos información de una manera más atractiva. En la misma tratamos la dinámica familiar y los distintos roles dentro de las familias. A continuación adjuntamos el link:
http://prezi.com/cnzzvpmegqlh/?utm_campaign=share&utm_medium=copy